lunes, 24 de abril de 2023

Bajo cien cerrojos


La vida se empeñó en hacérsela difícil,

pero ella no se queja, le pone el pecho.

Siempre obstinada en ir por derecho,

por más que la fortuna fuera disímil.

 

Cuando ella sonríe, sonríe el mundo.

El problema es que lo hace muy poco,

los agujeros del alma, el corazón roto,

ocultan la alegría en lo más profundo.

 

Se acostumbró a vivir en soledad.

Ya no espera atenciones de nadie.

Solo depende del calor que irradie,

su gran amor propio y la dignidad.

 

Harto convencida está de su situación.

Sin embargo, a veces siente nostalgia,

de viejos tiempos colmados de magia,

que la llevan a escurrir un lagrimón.

 

Si alguien se le acerca lo mira de reojo,

la han vuelto desconfiada los reveses.

Es que eso le ha ocurrido tantas veces,

que se ha guardado bajo cien cerrojos.

 

Y como no podía ser de otra manera,

dejó en manos del guardián del olvido,

las llaves de apertura de sus sentidos;

no sea que alguien a interesarse fuera.


Y si el vil recuerdo insiste en extrañar,

selecciona la mejor música y baila sola,

y se deja llevar, y gira y hace cabriolas,

total, nadie dirá que está loca de atar.


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