martes, 26 de mayo de 2020

Artista


¿Qué te pasa mujer de ojos tristes?
Detente, acércate y cuéntame tu pena:
¿Qué ocultas detrás de esa mirada llena,
de pesadas nubes grises,
con ganas de llover?

Si en verdad lo que quieres es llorar,
y te urge espantar la melancolía.
Acá tienes un hombro donde apoyar,
me he tomado franco todo el día.

Ahora si lo que anhelas es contar
los infortunios acontecidos,
pues te prestaré mis oídos,
y no haré más que escuchar.

Si tan sólo deseas compañía,
y tal vez un fuerte abrazo.
Te digo que en el menor plazo,
los construyo a tu medida.

¡Ey, no te vayas, mujer de ojos grises,
tan sólo quiero que descargues tu pesar!
Es mi intención poner brillo a tu mirar
con el fin de dar otra vida a tus matices.

Amantes al compás


Son tan sólo un par de ilusos amantes,
que se mecen al vaivén de deseos errantes.
Y bailan al compás de una gran melodía,
cuyo embrujo los envuelve cada día,
desde siempre a la eternidad.

Son, tal vez, amantes masoquistas,
con sentimientos, pero con quita
de su cercanía, por simple capricho
de una providencia mezquina,
que ofrece todo, pero no atina
a dar más que míseras migajas,
que no son más que rodajas
del gran portento de Eros.

Y él continúa bailando con ella,
aquella extraña dulce melodía,
como si no los separara una vida
ya sin suspiros, pero con huellas
de esa utopía llamada amor.

martes, 19 de mayo de 2020

Suceso

Cuando sentía que el único refugio seguro, era el arrumaco de mis letras.
Cuando creía que la puerta que orienta al camino de las ilusiones renovadas ya había sido cerrada.
Cuando estaba convencido de que no volvería a sentir ese grato cosquilleo que genera la incertidumbre.
Cuando me había rendido ante los dominios de la desidia, y estaba en la insulsa espera de no esperar nada.

Cuando todo eso pasaba sin que nada ocurriera, apareciste tú, cubierta con tu manto rejuvenecedor de espíritus, para embriagarme dulcemente con tus influjos y tus virtudes. Y espantaste con el solo brillo de tu mirada la larga somnolencia de mis instintos pasionales, para que los depositara en ti. El antes ya es olvido, y habrá un después, sólo contigo. 

miércoles, 13 de mayo de 2020

Reincidencia


Es que solías tener la extraña manía,
de tocar a las puertas de mi perdición.
En el preciso momento que mi salvación,
entregada al delirio, de un hilo pendía.

Conoces bien de mis quebrantos,
y sabes que no se trata de patrañas.
Es que dolió hasta en las entrañas,
aquello de haberte querido tanto.

En vano intento de que mire atrás,
retorna en ingrato castigo el pasado.
Será bueno habernos reencontrado,
si no nos perdemos nunca más.

Y hemos vuelto otra vez a reincidir,
en el subterfugio ese, de extrañarnos.
Como si de verdad pudiéramos amarnos,
engañando a las penas en un cuchitril.

¿Y me podrá usted explicar
por qué extraña maldita razón,
hemos dejado pasar aquella ocasión
de subirnos al cielo a volar?

Prometo


Que tomaré esta vuelta de hoja como el comienzo de la otra parte del libro, de la más sustanciosa, de la mejor.
Que a partir de ahora manejaré mis tiempos por más que un caprichoso reloj me tire las horas una a una en su intento por sugestionarme.
Que no me permitiré olvidar otra vez cómo es eso de sonreír aunque no haya motivo alguno para hacerlo.
Que dejaré de trabajar en pos de encontrar la paz que me permita cerrar los ojos, tan sólo dejaré que se me cierren y que me vaya embebiendo poco a poco la quietud de su embrujo.
Que ya no intentaré saber hacia dónde voy ni cuál es mi propósito, haré tan sólo aquello que me haga sentir bien acá y ahora.
Que aceptaré encantado tu invitación si me ofrecieras la mano y me pidieras que te siga a donde sea que tú fueras.

sábado, 2 de mayo de 2020

Añoranza

Y ha llegado la tardecita y otra vez se me ha dado por extrañar. ¿Acaso será para eso que existe el ocaso con su clásico aroma a melancolía? Para recordar, para añorar, para volver a sentir aquellas sensaciones que para bien o mal nos dejaron cicatrices imborrables.
Y el pasado con su espíritu de perseverancia machaca una y otra vez sobre la responsabilidad por el error cometido.
Y la soberbia providencia me vuelve a recordar que me ha obsequiado la preciosa oportunidad de subsanar, y la he dejado pasar. Es que el instante lo es todo y el tiempo de proceder efímero.
Y te vuelvo a ver, patente, como si no hubiera pasado el tiempo, con los ojitos rojos de tanto llorar, con el interrogante pintado en la frente, con el caminar abatido por el peso de las ilusiones rotas, aún intentando encontrar ese porqué, el mismo que yo todavía no he hallado.
Y es que, al final del día, todos, de alguna u otra manera, intentamos entender un por qué o profundizamos en la búsqueda de cierta claridad que nos ilumine el andar por el vasto camino de las dudas.