martes, 24 de septiembre de 2019

Coincidencia


El sufría atragantándose con gritos desaforados que se confundían con el insoportable cuchicheo de las voces del silencio. No obstante, y debido tal vez a las confusas leyes que favorecen el discurrir por las intrincadas vías de la trascendencia, ese callar liberaba inequívocas señales de pedidos de auxilio. Ella percibía, casi sin proponérselo y por el único hecho de ser buena receptora, esas súplicas que contaminaban su pensar exento de altisonancias, aunque nunca supo quién las emitía, ni siquiera si eran por o para ella. Hasta que un día los murmullos se acallaron y por más que ella fue toda apertura ya no percibió ruego alguno. Ese día un visionario destino echó sus cartas. Ese día, sin saber ella que él era el emisor de las súplicas ni él que ella sería de ahí en más su salvaguardo, se conocieron.

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