martes, 10 de septiembre de 2019

Omnipresencia


Hay momentos en los que las circunstancias de la vida arrecian como llovizna de invierno, con la intrínseca promesa de derribar mi integridad.  Instantes que aprovechan al máximo los infortunios para machacar sin contemplación alguna sobre la escasa paciencia que me resta. Es justo entonces, en el preciso segundo en el que estoy por tirar la toalla o estallar en mil pedazos, cuando apareces tú, con esos ojos empapados de oasis, con ese andar de reina en sus aposentos, con esa paz de amanecer campestre, con esa sonrisa que sólo esbozabas para mí. Y con esa simple aparición, ya que nunca dejas de ser más que eso, haces que se mitiguen los alcances de toda influencia negativa y al mismo tiempo logras que rejuvenezca mi ánimo rumbo a un inevitable volver a empezar.

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