Y sí, como sin querer, como quien no
quiere la cosa, sin llamar la atención, sin rimbombancia alguna, entraste en el
radio de acción de mi radar. Eras tan solo un puntito más entre una
constelación de puntitos intrascendentes. Pero hubo un no sé qué que llamó mi
atención. Tal vez un casi imperceptible brillo diferente que no pasó
inadvertido ante mi particular descrédito por las cosas habituales. Y mi repentino
estado de alerta, te alertó. Y ese pequeño brillo fue luz cegadora que se
transformó en belleza transparente, en presencia etérea que hizo contacto supremo
conmigo. Y ahí supe que era tarde para desestimar, que aquella intrascendencia
era la calma que antecedía al huracán, y que ya estaba inmerso en el mismísimo
ojo.
Y sé que ya nada será igual, que de
ahora en más harás lo que desees con este servidor, y que no me disgusta para
nada este estado.
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