Y continúo en la intrascendente
sucesión de los días sumergido en los olvidos de no sé qué, en la carencia de
alicientes que desconozco, en el anhelo de la consecución de ideas que aún no
han germinado. Aguardo esa mano que me dé una mano para ayudar a que me levante
y eche a andar otra vez, rengo de voluntad y con las emociones gastadas, por
caminos ya transitados rumbo hacia no sé dónde. O, tal vez espero una brisa perdida
que impulse al velero de mi existencia estancado en algún mar muerto y así poner
proa hacia donde sea que no sea el lugar donde me encuentro.
¿Por qué cada día que pasa los vacíos
espirituales se agrandan? ¿Por qué cuesta tanto llenarlos? ¿Existe alguna
variable vital no considerada que puede lograr que las exasperantes esperas
valgan la pena?
No hay comentarios:
Publicar un comentario