Cuando los gritos se tornan roncos y se
acallan, cuando las risas se transforman en muecas adormiladas, cuando los
labios enmudecen y quedan sellados, cuando los ruidos menguan y suenan
monocordes, cuando los murmullos se alejan y se extinguen; es ahí cuando
comienzan a imperar las voces del silencio y que me lleve el diablo si no
transmiten más que todos aquellos juntos en su apogeo.
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