Creo que he alcanzado ese momento en el que ya no vale la
pena seguir subiendo, que he llegado hasta donde se me tenía reservado llegar. Las
circunstancias me han hecho saber que debo empezar a disfrutar de mi estadía en
esta aceptable meseta, que el pico nevado que está allá arriba ya me es
inalcanzable por más esfuerzo que haga, y que, mirando hacia abajo, he
constatado que no ha sido poco el camino recorrido, muchas veces escabroso, empinado
y desabrido, repleto de idas y vueltas, colmado
de pormenores e incidencias; aunque, sin
duda alguna, cada paso dado ha dejado su huella. Creo… Creo que me sentaré a esperar que La Providencia
se ocupe de traerme lo que me haga falta o de sacarme lo que me sobra. Creo.
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