Admiro la desfachatez de los frescos y la elegancia de
los sutiles.
Alabo la osadía de los adelantados y la valentía de los que
arriesgan.
Aplaudo la decisión de los que optan y la practicidad de
los líderes.
Adoro tus expresiones espontáneas y las miradas que
reflejan tu alma.
Adolezco de tales virtudes, por tanto continúo revolcándome
en el intrincado vientre de mis calamidades.
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