Por más pedidos de
auxilio que emitas, aunque se lo supliques en los más diversos idiomas, así te
desgarres en gritos desaforados o en lamentos ahogados; él no te escuchará si
no quiere escucharte, si no existe un mínimo de correspondencia para contigo
que lo incentive a prestarte atención. Si no siente algo por ti no captará el
mensaje por más que se lo pintes con letras de sangre delante de sus ojos.
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