Hoy día pareciera ser que somos en relación a lo que tenemos. No somos
si nada tenemos, o somos la nada misma: no existimos. Nos hemos acostumbrado a
vivir con lo que tenemos y por el deseo de tener lo que no tenemos, y
trabajamos arduamente para satisfacer esa pretensión en lo que parece ser la
única e inevitable regla que rige nuestras conductas actuales para ser alguien.
Lo cierto es que la esencia de lo que somos la marca nuestra integridad y para
eso no hace falta tener nada más que eso.
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