jueves, 18 de junio de 2015

La hija del rigor

He lamido tus heridas cuando no te quedaban ánimos ni siquiera para eso.
He juntado los pedazos de tu corazón y pacientemente los he vuelto a unir.
He sido resguardo de tu atribulada alma luego de rescatarla de los mismísimos confines del infierno.
He insuflado energías en tu cuerpo e implantado esperanzas nuevas en tu voluntad para que te levantes y eches a andar. Y lo hiciste y partiste con rejuvenecidas ganas de vivir.

No me quejo de haberlo hecho, al contrario, fue una satisfacción para mí, y lo volvería a hacer, si no fuera porque has vuelto a buscar cobijo tras las garras del único culpable de haber causado todos tus tormentos y desde allí me ladras mostrándome los dientes y con la mirada inyectada en sangre como si me desconocieras.

No hay comentarios:

Publicar un comentario