Si tu
manera de actuar ante situaciones puntuales genera suspicacias en los demás. Si
en tu forma de ser existe algo implícito que el común de la gente cree adivinar
o percibir; jamás digas tu verdad, deja que los suspicaces la disciernan y de
acuerdo a ello opinen como se les dé la gana. Mientras no la ventiles sólo tú serás dueño de la verdad absoluta. En lo adivinable, en lo posible de ser,
siempre habrá un margen razonable de duda. Si descubres tu realidad, si la
revelas con lujo de detalles, pues deberás hacerte cargo de ello, estarás
obligado a asumir las consecuencias y a dar explicaciones. Resérvala y no
correrás riesgos inútiles. Siempre que tengas el beneficio de la duda contarás
con un arma casi invencible a la hora de defenderte. Pocas veces se termina por
ahuyentar a los fantasmas cuando se ventila la casa. Y siempre será más provechoso
tener a tu lado un par de fantasmas fieles que una legión de alcahuetes
malintencionados.
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