Si
es mal enseñar dejar que me hieran sin rebelarme.
Si
es mal enseñar crear adicción con mi buen trato.
Si
es mal enseñar no sentir jamás deseos de venganza.
Si
es mal enseñar creer a rajatabla todo lo que me dicen.
Si
es mal enseñar que me baste con que me pidan perdón para perdonar.
Si
es mal enseñar no dejar asentadas en mi cuaderno las ofensas pendientes.
Si
es mal enseñar pedir disculpas hasta cuando sé que he actuado de buena fe.
Si
es mal enseñar olvidar que me han herido y ofrecer mi cuerpo otra vez como
carne de picadero.
Si
el mal enseñar fuera un pecado, entonces yo sería un pecador reincidente sin cura,
un culpable absoluto de consentir sin posibilidad alguna de redimirse. O tal
vez sólo sea un iluso creyente en estúpidas buenas intenciones ya pasadas de
moda o enterradas en el polvo del olvido, y los demás no hacen otra cosa que
aprovecharse de ello.
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