martes, 9 de mayo de 2023

Mi perdición


Si te antoja presumir de tu belleza,
y sobre tu juventud hacer alarde,
pues debes saber que no es tarde,
que aún me das vuelta la cabeza,
y siempre serás mi perdición.
 
Pero, me dejas abiertos a cada paso,
un cúmulo de puntos suspensivos,
que me llevan a sopesar mil motivos,
para no sacar mis cartas del mazo,
y desnudar así mi intención.
 
Creo que debes ser más práctica,
y no manejarte con tantos rodeos.
Esas insinuaciones y los regodeos,
no son más que una mala táctica
que solo lleva a confusión.
 
¿Por qué actúas papeles inciertos,
si sabes que he visto tu obra in sito?
Como si no llenaras los requisitos,
para arrastrarme al mismo desierto,
si esa fuera tu intención.

Si quieres que embarquemos juntos,

tendrás que decir que lo pretendes,

y verás que tan solo de eso depende,

la decisión de enderezar el rumbo,

a cumplir con tal misión.


A través de la ventana

Mientras afuera una fría lluvia de otoño,

limpia de los árboles las hojas restantes,

acá se escabulle Sabina por los parlantes,

conjunción de una tarde gris del demonio.

 

Y como si no fuera suficiente con todo eso,

la nostalgia ha hecho escala en mi cabeza.

Recuerdos que no se rinden ante la certeza,

de tu ida sin expectativa alguna de regreso.

 

Trepa y trepa, y opaca mis pensamientos,

la enredadera implacable de la melancolía,

y amenaza con quitarme lo escaso de valía,

míseros resabios, restos de aquel tormento.

 

Me han quedado expuestas las miserias,

y a los árboles todas las ramas desnudas.

Existe una cierta analogía, no hay dudas,

otoño y lluvia son sinónimos de tristeza.

Añoranza

Cómo no extrañarte,

si tu voz espantó mis miedos.

Cómo no extrañarte,

si tu calor derritió mis hielos.

Cómo no extrañarte,

si en tus brazos hallé la calma.

Cómo no extrañarte,

si tus manos fueron caricias.

Cómo no extrañarte,

si tu susurro fue confesión.

Cómo no extrañarte,

si en tus besos conocí la gloria.

Cómo no extrañarte,

si tu ofrenda calmó mi hambre.

Cómo no extrañarte,

si tu éxtasis sació mi sed.

Cómo no extrañarte,

si fuimos cóncavo y convexo

en perfecta conjunción.


lunes, 1 de mayo de 2023

Volver a creer

Ella, dentro del marco de confianza que le generaba mi amistad, me había asegurado que nunca más volvería a caer en las redes del querer. Es que habían sido tantas las veces en que se había brindado por completo y tantas otras las que la habían decepcionado que su decisión hasta lógica me resultó, y por tanto la había tomado como una verdad a rajatabla.

Solíamos encontrarnos cada tanto, a veces por intención, a veces por azar, con esa finalidad que solo tienen los buenos amigos, la de querer saber si el otro está bien. Aunque esta vez, fue ella quién me citó.

La noté un tanto rara, ansiosa, como si algo la mantuviera en un estado de tensión que no era normal, ya que la fluidez siempre había circulado a sus anchas entre nosotros. Después de varios titubeos, en los que seguramente sopesó las consecuencias acerca de lo que iba a decir, al fin se decidió y tomándome de las manos y mirándome a los ojos, me dijo:

—He decidido volver a creer en el amor.

Debo confesar que me sorprendió. Sobre todo la manera de decirlo. No obstante, mi reacción fue de verdadera alegría.

—¡Qué bueno, amiga! ¡Me alegra mucho! Y…¿Puedo saber quién es el afortunado?

—¡Vos, boludo!

Y ese fue el más maravilloso insulto que he recibido en toda mi vida.