Me he despojado del resto de sus pertenencias y las he tirado en
el desván de los deshechos. Refregué con ansias de obseso las huellas de su
paso, rociándolas con el mágico polvo del descuido. Traté de borrar su grato
recuerdo inventando las más viles historias, donde la mejor de las arpías tenía
su cara y la víctima era yo. Intenté sumergir en alcohol el estigma de su presencia,
pero mientras más se nublaba mi vista con mayor nitidez la veía. Y resulta que a
ratos se va, pero de repente suena una canción, y ahí está ella, inmersa en esa
melodía que me lleva adonde alguna vez la escuchamos juntos. Y por ahí pasa un
tiempo en que parece que al fin los caminos se han bifurcado, y aprovecho el
momento y me dedico a leer, y ocurre que en la lectura siempre encuentro una
frase que me remite inevitablemente a ella. Entonces me doy cuenta de que jamás
se termina de olvidar a quien se ha querido de verdad, y que no está mal llevar
esos gratos recuerdos adheridos al alma. Si en definitiva, son solo míos y de
nadie más.
Este es mi borrador virtual. Todos los textos son de mi exclusiva autoría. No siguen ninguna línea específica ni hilo conductor, ni siquiera una cronología. Publico compulsivamente cuando tengo ganas, y cuando no las tengo me pregunto por qué pierdo el tiempo en hacerlo. Soy así. Las imágenes fueron tomadas de Internet.
lunes, 27 de junio de 2022
El estigma de su presencia
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