domingo, 28 de junio de 2020

Salvaguardo


Cuando todos los días tornaran a ser grises,
y sintiera que a mi vida le faltaran matices,
me aseguraré de estar muy cerca de usted,
¿quién no busca un oasis cuando muere de sed?

Cuando se sucedan los momentos sin calma,
y sienta el lacerar de mis heridas del alma,
optaré por recurrir a mi alma máter adrede,
¿acaso no se halla consuelo en lo que se cree?

Cuando ya no sepa más cómo mis penas tolerar,
y mis fantasmas resulten imposibles de ahuyentar,
invocaré a todo su séquito de buenos presagios,
¿no es para tal razón que elabora sus sortilegios?

Ahora, si piensa que todo esto es una excusa,
y no quiere cometer pecado de sentirse ilusa,
pregunto: aunque peque de profusa mi visión,
¿qué iluso le mentiría a su propia ilusión?

Deseos inconclusos


Saber que tiene usted ciertos laberintos
es un gran incentivo para mi instinto.
Y no es una cuestión que me asuste,
cuanto más intrincados me resulten,
más hurgaré entre esos vericuetos,
con el fin de desentrañar sus secretos.

Es que quiero llegar a lo más íntimo,
hasta el sitio impreciso de su esencia,
con el deseo de confirmar mi creencia,
de que estoy a cuatro pasos del séptimo,
casi a las puertas mismas del paraíso.

Si se confirma que es usted quien yo creo,
en buena hora habrá llegado mi regodeo.
Un aleluya librado a los cuatro vientos,
se escapará de mi boca en tal momento,
saliendo de lo más profundo de mi ser.

Pero, no son afirmaciones, sino supuestos.
De deseos inconclusos el mundo está plagado,
de lo anhelado a lo concreto nada más alejado.
Así que no resultará más que un gran cuento,
si no se pone uno a hacer buenos méritos,
para que usted le obsequie sus créditos.

sábado, 20 de junio de 2020

Incrédulo

Y has llegado a una altura de la vida,
en la que tienes la estúpida osadía,
de creer que ya no habrá valía,
en lo que sea que pueda ocurrir.

Y, como siguiendo al eco de tu decir,
surge con su mejor traje de desatino,
el impredecible y pícaro destino,
poniéndote una prueba en el camino,
que no podrás ni querrás eludir.

Y como si fuera esa una gran lección,
para quién se las daba de incrédulo,
estarás oscilando como un péndulo,
al ritmo y compás del gran amor.

Y se trata de eso que no quieres citar,
de ese sentir que te niegas a admitir,
aunque sepas que lo llevas adherido,
y que ha calado hasta lo más prohibido,
de tu alma y de tu ser. 

No está

Lo busco en la opacidad de tu mirada,
en tu caminar, en lo insulso de tus gestos,
en la ausencia injustificada de tus besos,
en la insalvable distancia en la cama.

Y ya no está, el amor ya no está.
Ya no está, no está, no está.

Lo busco en mis escépticas respuestas,
en mis motivos, en la escasez de ganas
en mi melancolía, en puertas abiertas,
en la falta de voluntad en las mañanas.

Y ya no está, el amor ya no está.
Ya no está, no está, no está.

Se nos ha ido sin pedir permiso,
sin dar cuentas, y dejando aviso
de que ya no volverá.
Se fue rompiendo el frágil lazo,
y no vale insistir, ya no hay caso.

Y ya no está, el amor ya no está.
Se fue, ya no está, no está

Se ha ido muriendo poco a poco,
como se van perdiendo los locos,
con el lento transcurso del tiempo.
Y nos dejó en el preciso momento,
en que la indiferencia era el sustento,
que nos alimentaba cada día.

Ya no está, el amor ya no está,
Murió, ya no está, no está

El gran idiota


Es que te ofrece virtudes que carece,
ideales imperfectos, libertades sin efecto.

Porque te promete atención en exclusivo,
y tiene más amantes que pasaje el colectivo,
los lunes en hora pico.

¿Qué felicidad podría brindarte,
ese gran idiota de porvenir incierto,
a ti, una fantástica obra de arte,
que tiene por destino un buen puerto?

No tiene derecho alguno en esta vida,
a prometerte el viaje en el famoso tren
de los sueños e ilusiones desmedidas,
si te dejará  llorando en el andén.

Optará por evadirse en pronta hora,
haciendo honor a su vil ruindad.
Y te despacharás de la cruel verdad,
de boca de una comedida señora.

Y  te dejará sumergida en un infierno,
con el corazón hecho pedazos.
Entonces desearás con tus retazos,
que lo consuman las llamas del averno.

miércoles, 10 de junio de 2020

Cada tanto te extraño


Y continúa sonando el gran Sabina,
y eso es algo que siempre me anima,
a buscar entre los recuerdos,
aquellos últimos días de cuerdo,
en los que ya enloquecía por ti.

Y aquello duró lo que debía durar,
en esas cuestiones soy buen mercader,
a propósito lo echo todo a perder,
y salgo pitando hacia otro lugar,
a buscar un mejor postor.

Es que en la cúspide empiezo a dudar,
si merezco estar viviendo ese momento. 
Prefiero quedar como el malo del cuento,
y sin prejuicios mandarme  a mudar.

Quisiera volver a estar bajo tu cobijo,
y refugiarme otra vez en tus brazos.
Pero me has dicho que ya no hay plazos,
que ha caducado mi plazo fijo,
y que no hay renovación.

Te extraño como extraña el preso la libertad,
como se extrañan aquellos viejos amigos.
Solamente una docena de tragos será testigo,
en la disputa de la melancolía con mi soledad.