El hombre sentado junto a la entreabierta
ventana observa con ojos entornados ya opacos, dotado con una calma inadecuada,
pues tiene algo de exasperante y mucho de incomprensible dada su precaria
situación, como la gente pasa y pasa por la vereda frente a él sin siquiera
notar su presencia. Un cigarrillo y un perro acompañan su dolor. Sí, el mismo cigarrillo
que supo ahuyentar a las escasas personas que formaban su entorno es el único brillo
que lo acompaña en la oscuridad absoluta propia de la gran desazón. Y el perro,
con su mirada ladeada y su rascar incesante, ha sido quien ofició de atenuador
de malos humores en la pesadez de los últimos días, y fue el único, además, que
supo escuchar durante ese lapso los pormenores de los pesares del hombre
murmurados, sin querer o no, en voz alta. Mientras tanto, a pasitos de esa
ingrata imagen, los transeúntes continúan yendo y viniendo. Todos distintos o
todos iguales. Para el caso da lo mismo, de cualquier manera ninguno de ellos
se ofrecerá por propia voluntad a escuchar lo que tenga que decir para descargar sus
penas ni le dará ese abrazo consolador, cosas que son tan necesarias para
dejarse ir en paz.
Este es mi borrador virtual. Todos los textos son de mi exclusiva autoría. No siguen ninguna línea específica ni hilo conductor, ni siquiera una cronología. Publico compulsivamente cuando tengo ganas, y cuando no las tengo me pregunto por qué pierdo el tiempo en hacerlo. Soy así. Las imágenes fueron tomadas de Internet.
martes, 23 de octubre de 2018
martes, 16 de octubre de 2018
¿Redención o cadalso?
Se las ingeniaba para robar ciertos
libros que no podía comprar. Aunque sabía que no era suficiente para absolverlo
por sus reiterados hurtos, en el momento de ser aprehendido, alegó en su
defensa que los leía con absoluta devoción, cosa que es mucho más que lo que
hace la gran mayoría que tiene la posibilidad monetaria de adquirirlos.
Deseos implícitos
Vienen a mi mente historias inconclusas. Heridas
abiertas por emociones truncas. Desazones forjadas por ídolos de barro. Brasas
reavivadas por antiguos resquemores. Llegar a cierta edad sin arrepentimientos
es casi un imposible, dicen. Mientras haya deseos de cosas posibles no hay
lugar para la rendición, digo. Y yo quiero recuperar el brillo que alguien ha robado de mis ojos. Y quiero remendar con ilusiones nuevas los agujeros por donde se
me escapa el alma. Y quiero que mi sonrisa sea un boceto espontáneo. Y quiero querer
para poder olvidar.
martes, 9 de octubre de 2018
Un mundo más allá de las fronteras
Siempre supieron que estaba mal lo que
hacían, pero se sentían tan bien haciéndolo que no dejaban rincón para el
reproche ni resquicio para la duda. Se sabían los inventores de ese mundo único, sólo
habitado por ellos, sólo disfrutado por ellos, sólo conocido por ellos. Ese
mundo que, curiosamente, los aislaba de los demás. Ese mundo tan particular que
se desintegraba cuando se separaban y se reinventaba, resurgía con el ímpetu y
la fortaleza del fénix, al mínimo contacto entre los dos para volver a hacerlos
uno sólo. Únicamente al tiempo con su absoluta falta de consideración y sensibilidad
se le pudo haber ocurrido separarlos aunque, quién sabe, tal vez haya ciertos
mundos que logren resurgir mas allá de las fronteras.
jueves, 4 de octubre de 2018
Inventando vacíos
Y sí, te olvidas del mundo, de lo que
pueda estar sucediendo al otro lado de la puerta, de lo corrosivo de las penas,
de la magnitud de las obligaciones, y hasta te olvidarías de la parca si
anduviera rondando. La mente descansa. Vives instantes únicos en los que curiosamente
no piensas en nada. Te ofreces y te dejas llevar sin poner reparos ni
condiciones; egos fuera. Experimentas sensaciones fantásticas y disfrutas de
los placeres de Eros sin dar opción a culpas. El tiempo deja a un lado su
embrujo y no genera efecto alguno en nada que nos concierna como si dejara de
ejercer supremacía, pasmado ante semejante coincidencia, impávido ante el
encastre perfecto de tu cóncavo y mi convexo. Nosotros, nosotros tan sólo aprovechamos
al máximo el descuido del tiempo hasta que reaccione y reinicie su insulso fluir
para volver a involucrarnos con la habitualidad.
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