Existe por cada uno de nosotros esa persona especial
que tiene la virtud de darnos vuelta la cabeza, de socavarnos los cimientos y
hacer tambalear nuestra estructura sentimental por más bien arraigada que esté.
Esa persona por quien transgredir las reglas o traspasar los límites se puede
tornar moneda corriente, ese torbellino que nos mueve a su antojo y que logra que
hagamos cosas que por nadie más haríamos bajo ninguna circunstancia. Ocurre que
la mayoría no ha tenido la suerte —o desgracia— de haberla encontrado.
No hay comentarios:
Publicar un comentario