Posees la sensualidad melodramática del
tango. Esa pasión escondida que transita por los subterfugios del doble
interpretar. Ese desplazar sigiloso en puntitas de pie que no obstante va
dejando pisadas de fuego por donde caminas. Esa insinuación, que nunca deja de
ser solo eso, de dejarte dominar por el hombre cuando en realidad tienes todo
bajo control. Ese papel de mujer fría que en vez de generar rechazo, atrae,
emboba y engancha en un santiamén como lo
hace tu pierna con la de tu ocasional pareja. Mujer fatal. Mujer fetiche. Mujer dos por cuatro.
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