Quisiera ser ese intrépido que en la impronta de
los pensamientos y en la valentía de los sueños indefectiblemente termina por
ir a tu encuentro. Ese que te busca hasta que te encuentra, y cuando está
frente a ti, concreta. Y no ser el ente pusilánime que espera el guiño
improbable de un lánguido destino, que al fin tome la decisión de traerte a mí sólo
porque él lo ha determinado. En tanto, en esa indecisión entre ser y no ser, la
vida se escurre en horas insulsas y letargos interminables.
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