Reverdecidos destellos de primaveras
lejanas invaden mi esencia y logran sumergir en el olvido la laxa quietud de
los días otoñales que transito. La misma carita angelical que fuera ilusión y
deseo en aquellos días. El mismo rostro de muñeca de porcelana que era realidad
en esos sueños lejanos de no querer despertar. Esa incomparable sonrisa de mejillas
marcadas que embobó tantas veces mi presencia reincide ahora en mis fantasías
despiertas. Si no fuera por el brillo de sus ojos que antes me deslumbraban y
ahora me reflejan diría que no ha pasado el tiempo.
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