Ya quisiera yo volver a pintar ese brillo
en tus ojos que alguna vez supe pintar. Daría lo que fuera por recrear el bosquejo
de esa sonrisa encantadora que alguna vez tuviste y plasmarla en tu rostro para
siempre. Moriría por volver a pulir con caricias las curvas de tu cuerpo, impregnándolas con el aceite de la eterna
lozanía. Me encantaría reavivar el imán que
al intuir la cercanía de tu piel ponía a ciento ochenta mis latidos.
Reincidir en ti sería fantástico, pero es
imposible reinventar obras de arte destruidas.
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