jueves, 6 de abril de 2017

Máximas contemporáneas

La privacidad se pasea por las calles mirando de reojo y con cara de burla al anticuado recato y la extraviada inocencia.
La divergencia con los de turno es traición; la unidad se ha tornado una utopía.
Los murmullos se transforman en voces que corren; no se truncan ni se razonan, tan sólo se incrementan y siguen su derrotero hiriente.
Las culpas por procederes equívocos siempre son responsabilidad de los demás, jamás son asumidas ni purgadas.
La injusticia se ría a carcajadas ante la cara resignada de la justicia que nunca puede, ni podrá, equilibrar su balanza.
La sensibilidad, otrora reina orgullosa de las relaciones, hoy en mísera agonía, derrama lágrimas de espanto e incredulidad. 



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