La privacidad se pasea
por las calles mirando de reojo y con cara de burla al anticuado recato y la
extraviada inocencia.
La divergencia con los
de turno es traición; la unidad se ha tornado una utopía.
Los murmullos se
transforman en voces que corren; no se truncan ni se razonan, tan sólo se
incrementan y siguen su derrotero hiriente.
Las culpas por
procederes equívocos siempre son responsabilidad de los demás, jamás son
asumidas ni purgadas.
La injusticia se ría a
carcajadas ante la cara resignada de la justicia que nunca puede, ni podrá,
equilibrar su balanza.
La sensibilidad, otrora reina
orgullosa de las relaciones, hoy en mísera agonía, derrama lágrimas de espanto
e incredulidad.
No hay comentarios:
Publicar un comentario