martes, 27 de octubre de 2015

Creo en lo que imagino

La riqueza interior de cada uno de nosotros está basada casi en absoluto en lo que imaginamos. Científicamente se sabe que los sucesos o acontecimientos que condicionan nuestra vida para bien o para mal representan un porcentaje mínimo respecto de todo lo que nuestra mente imagina en base a esos hechos. Ocurre algo que nos afecta de alguna manera y automáticamente comenzamos a hilvanar posibilidades, a elaborar teorías, a construir diversas formas de actuación para proceder a enfrentarlo o defendernos.
Pues ese discurrir de la mente en base a ciertos disparadores es lo que hace que la mayoría estemos convencidos de que es posible alcanzar ideales de sentimientos, de personas, de modos de vivir, de relaciones, y de mundos, entre muchas otras cosas, porque estos modelos existen o están implícitos en nuestra imaginación; y ese creer en lo que se imagina es lo que nos impulsa a seguir adelante sin pensar en que vamos al encuentro de la utopía misma.

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