viernes, 1 de mayo de 2015

¡Qué saben!

Tu boca, tus labios: tus escuetos pero siempre cálidos besos.
Tus ojos inquisidores y sus posesivas, descubridoras de intenciones, y a veces mortales miradas.
Tus manos, tus dedos: esas suaves caricias tan oportunas como escatimadas y por eso tan dueñas de mi ansiedad.
¡Qué sabe el tiempo cuando asegura que bajo su reinado todo se olvida!
Tu vientre liso, tu cintura marcada: la inevitable atracción de las formas de avispa.
Tus piernas largas, la convexidad de tus caderas, tu tersa piel: esa inocultable gracia de mujer.
¡Qué sabe la distancia si te aleja de mí en la creencia de que es posible no pensarte!
Lo sublime de tu sexo, la magnificencia de tus nalgas: las particularidades a la hora de hacer el amor.
Tus aromas, tus flujos: la gloria de saberte y de tenerte; el placer de satisfacerte.
Que es fácil olvidarte. ¡Mentira! Eso es sencillamente imposible.

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