viernes, 1 de mayo de 2015

Otoño instalado

Atrae mi atención el ruido de las hojas secas caídas que son presa del juego de la brisa tenue, que las pasea por el ancho de la calle a su antojo, que las lleva y que las trae en intercalados remolinos. Detengo mi quehacer y me pierdo por un instante, sumido en la contemplación del espectáculo. Por esas asociaciones raras e incomprensibles —o no tanto— de la mente, no puedo evitar pensar en el otro otoño, en aquel que me afecta directamente. Sacudo la cabeza como si eso fuera suficiente para ahuyentar malos pensamientos y continúo pintando la reja de nuestra casa.

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