Me deslizo en el sillón playero buscando
más comodidad, observo como la gata, que está echada encima del paredón, mira
con atención los lastimosos movimientos de su compañero habitual, y hasta podría
aseverar que siente lástima por él. Achino los ojos y miro lejos, pierdo la
vista en los tonos borravinos del crepúsculo. Y pienso, y mientras más lo hago
más convencido estoy —como el gato que cada vez sale más espaciado—, que seguramente
lo mejor siempre estará en casa y que tal vez solo haya que ponerle buena
voluntad o buscar las alternativas adecuadas para pasarla bien con lo que
tenemos, que no es poco, antes que
intentar cazar mariposas en el aire o —en el caso del gato— soñar con gatitas imposibles.
Este es mi borrador virtual. Todos los textos son de mi exclusiva autoría. No siguen ninguna línea específica ni hilo conductor, ni siquiera una cronología. Publico compulsivamente cuando tengo ganas, y cuando no las tengo me pregunto por qué pierdo el tiempo en hacerlo. Soy así. Las imágenes fueron tomadas de Internet.
jueves, 16 de abril de 2015
Mariposas en el aire
Observo a nuestro gato volver de su
última aventura, está hecho una ruina: roñoso, le cuelgan jirones secos mezcla de pelos, sangre y
barro, se le ven manchones de piel sin pelambre, camina rengo y tiene una marca
blanca en un ojo y una oreja rajada que no tenía. Si pudiera expresar su sentir
seguramente se cuestionaría diciendo algo así como: “¿Vale la pena jugarse una
vida por tan poco?”. Esta vez la joda le duró solo una noche. Al principio
desaparecía por toda la semana. Le llevará todo ese tiempo o más recuperarse
para tal vez volver a intentarlo.
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