Él
escucha, escucha, y escucha. Mientras tanto piensa y cuando le consta que ha
llegado el momento —siempre sabe cuándo es el instante propicio pues esa es una
de sus virtudes—, se expresa, alimentando el fuego o aplacando sulfuros, y lo
deja de hacer cuando la vorágine se atenuó. Es preciso, breve y conciso. Sus
palabras van siempre directo a la neuralgia de la cuestión. Siempre sabe qué y
cómo decirlo. Por eso confían tanto en él y lo seguirán haciendo, porque ya
quedan pocos a su imagen y semejanza, y cada vez existen más bocas de caldera
para alimentar en este mundo de locos cuyos impulsores nunca terminan de
funcionar correctamente por más bien atendidos que se encuentren.
Este es mi borrador virtual. Todos los textos son de mi exclusiva autoría. No siguen ninguna línea específica ni hilo conductor, ni siquiera una cronología. Publico compulsivamente cuando tengo ganas, y cuando no las tengo me pregunto por qué pierdo el tiempo en hacerlo. Soy así. Las imágenes fueron tomadas de Internet.
lunes, 6 de abril de 2015
Jefe de calderas
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