jueves, 15 de diciembre de 2022

Seres apasionados

Estos días andamos con la pasión futbolera a flor de piel. Pasión que nos colma y nos desborda en su imposibilidad de contención. Creo que es tiempo de reconocer que en el tránsito por lo efímero de la vida es indispensable contar con alguna pasión, y si es con varias, mucho mejor. Así sea un deporte, un arte o un simple pasatiempo. Muchas veces ese innato fuego interior —ya sea por las contingencias habituales, por una sucesión irreversible de reveses, o por lo que sea que nos altere—, nos sitúa al límite mismo del colapso emocional. Entonces es absolutamente necesario que liberemos eso que nos quema. Y qué mejor que orientar esas llamas ardientes hacia aquello que nos satisface, que nos llena el espíritu, que calma nuestro ego, y que hace que vivamos esos pequeños grandes momentos de paz interior,  por más breves que estos fueran. Porque somos seres apasionados, debemos encauzar nuestro instinto primitivo hacia aquello que nos haga sentir plenos. Caso contrario no seremos más que unos simples autómatas muertos en vida.  



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