jueves, 25 de noviembre de 2021

Frustrado ilusionista

 


Acá vengo como un gran sabueso,

en la búsqueda de aquellos besos,

que ilusa guardabas en el archivo,

hasta que yo dejara de hacer el vivo.

 

Resultó que te cansaste de esperarme,

y tomaste la simple opción de olvidarme.

Hastiada de ofrecerme tu amor en vano,

cambiaste el ideal por algo más humano.

 

Cuando regresé ya no me esperabas,

y de este ilusionista ni te acordabas.

Otros labios ya besaban tu dulce boca,

aunque sé que jamás te volverán loca,

como lo hacían los míos.

 

Y ahora voy como un gran sabueso,

en la búsqueda de aquellos besos,

que en algo se asemejen a los tuyos,

esta vez me ha tocado pecar de iluso.

 

Por más que cada tanto me ilusionaba,

nunca encontré los labios que deseaba.

Es imposible hallar tu sabor en otra boca,

y aunque me satisfagan los besos de otra,

jamás serán como los que me dabas tú.

Lágrimas de sal

He llegado a cortar por la mitad la madrugada,

con el fin de repartir el tiempo entre fulanas.

Y ahora de castigo por comer tanta manzana,

la puta soledad se ha instalado en mi cama.

 

Y el único aroma a dama

que tienen ahora mis sábanas,

es el de las lágrimas de sal,

que lloro por ellas cada noche,

que lloro por ellas cada noche,

y también cada mañana.


Señales de fuego

—Qué raro eso de que aún no te has hecho grabar ningún tatuaje— observó.

—Eso no es del todo cierto —contesté— cuando logres conocerme y puedas observar con suma atención a través de mis ojos, con la seria intención de trascender la simpleza de una mirada, verás en detalle cada uno de los tatuajes que se me han ido grabando a fuego a lo largo de la vida. Prefiero llevarlos ahí, jamás se me olvidará lo profundo de su significado, y resguardándolos de esa forma me aseguro que sólo podrán ser observados por quienes se hayan ganado el privilegio de verlos.