La vida es un cúmulo de mandatos, una
sumatoria de imposiciones camufladas tras atractivas máscaras de sugerencias
que, paradójicamente, ya no sorprenden. Todo ha sido dicho y todo hecho, por
ende las formas para llegar a un fin conocido terminan por ser irrelevantes. La
libertad mal entendida no consiste en otra cosa que en romper las reglas. Hoy no
se sabe con exactitud qué es lo que se siente al estar bajo el influjo de la verdadera
libertad, esa que, paradójicamente, sin influenciarte de alguna manera logra llevarte
a hacer lo que íntimamente deseas.
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