Hoy se me ha dado por extrañarte, por
recordar aquellos tiempos de extraña cercanía de cuerpos distantes y almas
gemelas, cuando cada uno desde su lugar en el mundo apreciaba ese recorte del
cielo que mostraba la belleza del lucero colgando de la luna, y daba libertad a
los pensamientos para que se entrelazaran a través de esa imagen. Y tú solías
ser luna y yo intentaba ser lucero encandilado en ti. Pero, de repente y casi
sin darnos cuenta el otrora oscuro firmamento fue llenándose de pequeñas luces
que por el solo hecho de ser muchas opacaron nuestros brillos. Y yo como lucero
ya no llamo tanto tu atención ni pendo demasiado de tu embrujo y tu luna, esquiva
a mi órbita, ya no logra embriagarme.
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