Sé que respiras entrecortado a través de las
heridas de tu alma, y que tu corazón ya no admite más remiendos. Sé que siempre
te querré por más que tu mundo no sea mi mundo y entre ellos haya otro mundo, y
esa distancia fuera imposible de sortear. Pero también sé de algunas utopías
alcanzadas y de una buena cantidad de trofeos en perseverancia. No prometo que
te bajaré la luna, pues de promesas incumplidas está repleta la gran rueda
universal. Sólo te rogaré que no desistas. Es que la providencia, con sus
caprichos, me ha hecho saber que necesita de cómplices para llevar a cabo sus
argucias.
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