Ya no más estallidos ni disloques o sorpresas,
sólo parsimonia y estabilidad.
No más galopes frenéticos o desenfrenados, sólo
el suave e insulso trotar sobre caminos de algodones.
No más ilusiones descarriadas, distantes,
utópicas, sólo la seguridad de objetivos al alcance de la mano.
No más ansias por recorrer laberintos furtivos o
curvas peligrosas, por descubrir tesoros escondidos o paraísos vírgenes, sólo
los harto conocidos vericuetos de siempre que transito con los ojos cerrados y los
deseos casi ausentes.
No más sentimientos encontrados, sólo el recuerdo con
lo inoportuno de su presencia que me trae a diario cosas de ti.
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