Nos hemos acostumbrado
tanto a vivir con el engaño, a codearnos con la traición, el descrédito o el maltrato
que cuando nos encontramos con alguien que se muestra sincero, sensible y leal automáticamente
nos ponemos en guardia, en seguida tratamos de ver dónde está la trampa, cuál
es el misterio, o cómo fue que superó todas las alarmas detectoras de falsedades.
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