Toda llama languidece y termina
por extinguirse, es un vil engaño su resurgimiento, tal vez otra se avive en su
lugar o quizá simplemente el invierno termine por envolvernos con su manto
despiadado de desilusiones y discordias.
Los idilios siempre mueren:
algunos poco a poco debido a las dudas y misterios que mellan la confianza
entre los involucrados, otros de un soplo porque una de las partes decidió sacarse
la careta o se la quitaron.
Las pasiones se apagan con
cada repetición, con cada ídem anterior.
Los sueños estallan en mil pedazos al chocar contra
el inexpugnable muro de la realidad.
Ya no existen castillos
en el aire pues jamás soportaron la variabilidad de los vientos de nuestros
tiempos.
Todo tiene fecha de
vencimiento, todo termina, todo se apaga, todo es breve.
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