sábado, 11 de junio de 2016

Mea culpa

He estado donde nacen los sueños que es también donde perecen o se esfuman.
He pernoctado en aquellos espacios donde se forjan los más loables propósitos y las más depravadas intenciones.
He tomado decisiones y me he equivocado, he aprendido por defecto.
He soñado e intentado volar pero mis pies nunca se despegaron lo suficiente.
He alimentado ilusiones un montón de veces y cultivado desengaños otras tantas.
He tenido buenos propósitos y malas intenciones, también admirables objetivos. He llevado a cabo algunos, y conseguido otros, aunque la mayoría continuó su camino, esquivando mis deseos.
He pasado por los más diversos estados y me he sorprendido con una infinidad de situaciones, pero lo que aún sigue llamando poderosamente mi atención es el constante empeño que ponemos para enseñar a vivir en plenitud o en estados puros o heterogéneos, en detrimento de apostar a inculcar la manera de convivir con el desgano, la traición o el sufrimiento que, paradójicamente, suelen ser los más comunes de los estados en los que nos toca vivir.

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