Como
aquel artista que mira embelesado su obra y jamás termina de creer que ella es una
gran parte de sí. Como ese escritor que incrédulo relee sus textos y le cuesta
reconocerse como autor de lo que tiene ante su vista por más que sea el reflejo
más fiel de su imaginación. Como el arquitecto o el maestro mayor observan entre
dubitativos y orgullosos las maravillas edilicias que fueron capaces de diseñar
o construir. Como ellos los padres cada vez que vemos a nuestros hijos
superar metas, cumplir propósitos, o simplemente sorprendernos con una salida
ingeniosa, no terminamos de creer que cada uno de ellos es una parte de
nosotros, y no podemos evitar pensar que semejantes obras no hubiesen tenido
vida propia si no fuera por nosotros. Y ahí, en ese preciso instante, es que
nos damos cuenta de la relevancia de la creación.
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