Son como las hormigas,
están en todos lados y nunca se acaban. Cada vez son más, se adaptan a
cualquier clima y se reproducen con gran facilidad. Uno se los encuentra en
cualquier lado, aunque solemos detectarlos con mayor facilidad cuando andamos escasos
de paciencia. No hay título que los distinga ni apariencia física que los
denote. Muchos andan motorizados y parece ser que el valor del vehículo acentúa
proporcionalmente la condición. Los hay con altos cargos que nos llevan a
agregarle a su condición el calificativo de importantes. Y también están los modestos
o poco trascendentes que te obligan a utilizar el diminutivo. En general les
encanta llamar la atención, pero tal vez la mayor coincidencia entre ellos esté
dada en que todos se creen machos alfa aunque a esa hombría sólo se animan a
mostrarla cuando están acompañados de otros de su especie. A solas y cara a
cara se deshacen como gelatina al sol. Tengan cuidado porque seguro alguno andará
rondando, no sea que termine por contagiarles tal condición. El antídoto
preciso para mantenerse inmunes es pensar con coherencia y actuar con una cuota
razonable de sentido común, jamás copiarles lo que hacen. Si bien los pelotudos
ya son una peste aún está en nosotros el poder hacer la diferencia.
Este es mi borrador virtual. Todos los textos son de mi exclusiva autoría. No siguen ninguna línea específica ni hilo conductor, ni siquiera una cronología. Publico compulsivamente cuando tengo ganas, y cuando no las tengo me pregunto por qué pierdo el tiempo en hacerlo. Soy así. Las imágenes fueron tomadas de Internet.
miércoles, 25 de mayo de 2016
Aliento providencial
lunes, 9 de mayo de 2016
El cultivo de la duda
Mi
estrategia, que bien podrían copiar ciertos ilusos, es la de sembrar dudas en lo
que se da por sentado, es desconfiar de todo aquello que aparece como absolutamente
cierto, es poner en tela de juicio las verdades universales. Mi modus operandi
está basado en buscar ese resquicio siempre existente por donde incrustar ese
mínimo recelo que logre hacer tambalear los cimientos de lo certero para
transformarlos en una estructura relativamente endeble.
Mi
finalidad es lograr que el pensar mute de lo absoluto a lo relativo, pase de lo
ideal a lo concreto, y abandone la perfección de la teoría para ocuparse de lo muchas
veces inexacto pero definitivamente más atractivo de lo práctico. ¿Que por qué lo
hago? Pues, porque me consta que el idealismo es una farsa y lo absoluto un
espejismo.
Encastre perfecto
Entre
tu arrogancia y mi recato. Entre tu expresividad y mi intromisión. Entre tu
impetuosidad y mi parsimonia. Entre tu sinceridad y mi cautela. Entre tu habilidad
y mi torpeza. Entre tu cóncavo y mi convexo. Entre tus hendiduras y mis salientes.
Entre tu cara y mi ceca creo que conformaríamos un todo. Es que tú y yo podríamos
ser lados de una misma moneda.
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