Cuando la más linda de las flores se marchita el primer día en el
jarrón.
Cuando la permanente vos de aliento pasa a ser tan solo un buen recuerdo.
Cuando las ganas de curar a
otros se han negado a sanar tu propio cuerpo.
Si vos, con tu coherencia, tu empatía, tu vitalidad, tu lozanía,
no has logrado vislumbrar un mísero resquicio de salida.
Pues la certeza absoluta que nos queda clavada en el pecho,
es que nadie está libre ni exceptuado de hacer lo que has hecho.