El azar se había encargado de conectarlos de alguna manera, a
través de encuentros fortuitos, saludos casuales y sonrisas encontradas. Todo
estaba imbuido en un mundo mágico de sensaciones únicas, ella lo tenía a él
metido en sus pensamientos, inmiscuido en lo más profundo de su esencia; él la
soñaba todas las noches y la deseaba todos los días. Ambos sabían exactamente
lo que sentía el otro, incluso estaban convencidos que estaban hechos cada cual
para cada quien. Hasta que él tuvo una mala idea y, peor aún, la llevó a cabo:
se le ocurrió conocerla, estrechar lazos. Eso hizo que se hiciera añicos el
delicado cristal del universo ideal, tal vez porque se trataba de una utopía y
las utopías así como el horizonte cuentan con esa inexplicable certeza de lo
inalcanzable, o quizás porque al destino no le gusta que se metan en sus
decisiones. Desde entonces, nada volvió a ser igual: ella va feliz por la vida
y de él ni se acuerda, él ha optado por dejarse llevar por lo que sea que
suceda, y en esa inercia, el azar jamás volvió a cruzar a ella en su camino,
aunque él la sigue soñando cada noche y deseando cada día.
Este es mi borrador virtual. Todos los textos son de mi exclusiva autoría. No siguen ninguna línea específica ni hilo conductor, ni siquiera una cronología. Publico compulsivamente cuando tengo ganas, y cuando no las tengo me pregunto por qué pierdo el tiempo en hacerlo. Soy así. Las imágenes fueron tomadas de Internet.
martes, 26 de octubre de 2021
Universo roto
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