Es que das una mínima
muestra de tu presencia y la dura realidad se dirige al andén de la estación
del último tren, y se sube y se esfuma como producto de la magia de tu encanto.
Es que tú sabes cómo acompañar, entiendes que no es ir tras de, ni tampoco
caminar bajo su sombra o girar a su alrededor. Acompañar para ti es tener a la
otra parte siempre presente, ya sea en el pensamiento o la invocación, en el sueño
o el deseo, en la necesidad o el silencio, en la presencia o la oscuridad. Sé
que me piensas y me encantaría acompañarte, e incluso hasta iría tras de ti.
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