Dibujo perfiles
irreconocibles en el vidrio empañado del colectivo, tal vez en concordancia con
lo intrincado de mis pensamientos. De repente, cual ráfaga de viento que
ahuyenta las hojas secas, el recuerdo del sabor de tus labios espanta en un ademán
las ideas enrevesadas y transforma mi semblante con el bosquejo de una sonrisa.
Siempre emitiremos algún reflejo nítido y espontáneo que desnudará mínimamente
lo que nos sucede por dentro.
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