Ella es como una intrascendente perla escondida en el interior de una
fea, aburrida y solitaria ostra perdida entre las piedras. Mientras no aparezca
ese ser visionario y caritativo, ese buscador de tesoros que sepa apreciar las
virtudes ocultas, y la libere; ella por sí sola no podrá salir a deslumbrar al
mundo con su singular brillo.
Plomizos elefantes me
sobrevuelan, oscuros y tenebrosos, amenazantes y controladores. Quisiera que me
dejaran en paz para poder volar, libre al fin de hacer lo que se me dé la gana;
o, tal vez, rendirme, dejarme vencer, para que cumplan con su misión, y perecer
aplastado bajo su peso cada vez menos soportable. Debería tomar una decisión
para que el tiempo valga la pena y no seguir con el transcurrir intrascendente
sumergido en la monocromía de los grises.
